Lo que el emprendedor no sabía de Economía

El empresario no vive lejos del economista y debe tener las nociones suficientes, que sin la necesidad de la perfección teórica-matemática, puedan sacar su empresa adelante.


Hay un libro de Martín Krauze llamado Economía para Emprendedores cuya tesis principal es que la Economía se ha separado de la gestión empresarial, olvidando que son las empresas las que mueven las economías nacionales.

Explica que la razón de fondo es que mientras por parte de los economistas se piensa que todo aquello con lo que se sustenta el empresario, su gestión y otros, no es académicamente muy sólido; por parte de los empresarios, los economistas hablan de modelos muy complejos que sirven únicamente en un mundo perfecto y por lo tanto, inexistente.

¿Tiene razón Martín Krauze? Toda la vida hemos estado rodeados de emprendedores y de economistas, y debemos decir que mucho de lo que dice Krauze acerca de esta disyuntiva es verdad.
No creemos que exista un economista serio, de esos que cuestionan todo y ponen en duda hasta los mismos axiomas de la ciencia social, que se atreva a asegurar que los efectos benéficos de la Economía no pertenezcan exclusivamente en un mundo teórico ya que su fortaleza de universalización precisamente radica en ello.

La forma más fácil de verlo es con cualquier economía nacional, porque ninguna sigue enteramente todas las reglas de su modelo teórico y cuando tratan de hacerlo, y fallan, normalmente se atribuye su fracaso a las gestiones internas, a los comportamientos imprevistos de otras economías, etc.

En otras palabras; se puede decir, que la economía hace modelos perfectos, siempre predictivos, siempre y cuando no se aplíquen al mundo real.

El asunto de la empresa y la economía es igual: en teoría las cosas deberían funcionar de una forma pero en realidad, todo funciona de otra manera.

Esto hace que los empresarios deban obtener su aprendizaje de otras fuentes más allá de la Economía.

Lo que le critica el economista al empresario es que éste basa, muchas veces, su conocimiento y gestión en casos de éxito.

El problema del estudio de casos de éxito es que no son completamente replicables y no son, casi nunca, capaces de darnos herramientas y modelos predictivos confiables.

Evidentemente esta situación está prevista en la enseñanza a través de casos de estudio ya que lo que se pretende es aprender diferentes herramientas de gestión con las que otros empresarios o directivos resolvieron problemas así como aprender de los fracasos de otros para no verse en una situación igual.

Curiosamente, esta división entre lo real y lo teórico le sucede también al emprendedor, el cual genera un modelo de negocios, un producto o un servicio, desarrolla sus capacidades de liderazgo y todas las demás herramientas que le han indicado para poner su empresa y cuando se enfrenta al mundo real, se da cuenta que todo lo aprendido funciona a la perfección mientras se quede en el terreno de lo teórico.

Se da cuenta que cuando llega a la realidad, todo es diferente: las proyecciones no se cumplen, los costos se incrementan, los contratos no se cumplen, las facturas no se pagan o muchas otras situaciones que hacen tan incierto esto de emprender.

Igualmente, no creemos que exista un empresario serio que tome sus decisiones basándose puramente en su conocimiento práctico sino que ha estudiado lo que han hecho otros directores, ha aprendido de marketing, ha copiado herramientas de venta de vendedores profesionales, ha tomado cursos de liderazgo o por lo menos, tiene nociones básicas de oferta, demanda, atributos de valor y sabe, sin haberlo nunca vivido, que ciertas situaciones lo pueden llevar a la bancarrota.

Es decir, el empresario no vive lejos del economista y tiene nociones suficientes, sin la necesidad de la perfección teórica-matemática, para que puede sacar su empresa adelante.

La desincronización que existe en la actualidad entre empresario y economista ocasiona entonces para el empresario una desconfianza en los modelos teóricos que sin embargo, le podrían beneficiar ampliamente en la profesionalización de su gestión; esto tendría la consecuencia de mover positivamente la economía del país, lo cual es exactamente lo que el economista busca.

De manera similar, el economista olvida la parte práctica de la gestión empresarial como las dificultades que enfrenta, la incertidumbre con la que vive y la irracionalidad con la que muchas veces se gestiona, con lo cual contribuye a que sus modelos sean todavía menos reales.

Dudamos mucho que la solución sea que más economistas pongan sus empresas para vivir en carne viva esta otra realidad o que los empresarios deban reinar en el mundo de la política para que gestionen como empresas las economías nacionales.

No creemos que exista una solución a este tipo de desincronización; pero si hay que escoger bandos, nos ponemos del lado de los emprendedores que se juegan su patrimonio y a los que la respuesta, “en teoría, debería funcionar”, no les basta.

Quizá el momento en el que estamos, es el mismo con lo que termina la siguiente frase de Einstein:
“En este caso hemos combinado la teoría y la práctica: nada funciona y nadie sabe por qué.”


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